1- Es hablar “moñas” a tus hijos. Desde luego que el tono no tiene nada que ver con el autoritario pero tampoco es infantilizador y condescendiente.
2- Les dejas hacer lo que quieres. Parece que como hablas con respeto y cariño vas a ser una persona permisiva, nuevamente, el tono. Claro que tienen límites, son necesarios.
3- Haces todo por ellos. Tenemos metido en la cabeza aquello de que recojan solos, se vistan solos y se entretengan solos. En la crianza respetuosa se tiene en cuenta los hitos de autonomía y se busca la colaboración.
4- Les estás haciendo unos blanditos. Nuevamente influye el tono, porque si se fijaran en las acciones y miraran con objetividad verían la autonomía, la colaboración y las habilidades para la vida que hay detrás.
5- ¿Hablo amable para que me obedezcan? Esta es una pregunta que añado para la reflexión. Yo misma la he reflexionado mucho (y reflexiono aún a veces, no nos engañemos). Por eso insisto tanto en el para qué. Esto no va de obediencia, va de comprensión, aliento y empatía.
Si algunos de los puntos no sabes llevarlos a cabo o dudas de tu “para qué” escríbeme un privado. Podemos ponerle solución.